Es la resistencia de los niños a probar nuevos alimentos o rechazar alimentos que antes comían sin problema. Es un mecanismo de supervivencia. Muy común entre los 2 y 6 años.
¿Cómo actuamos?
No debemos forzarlo a comer. Brindemos un ambiente de confianza, donde el niño tenga la libertad de elegir. Hablemos con él y tengamos paciencia. Un gran error es ofrecer un postrecito o comida chatarra para que “por lo menos coma algo”. Esto solo lo perjudicará… Cuando sienta hambre nos pedirá o le ofreceremos algún alimento saludable.
Respetemos a nuestros hijos.
Los espero en el consultorio para abordar la alimentación de nuestros hijos desde una mirada respetuosa y amorosa.
Ph: Phoebe Wahl.
You must be logged in to post a comment.